Viene de: Grecia: un viaje a la antigüedad
Día 2: Hania y la costa occidental.
Habría sido fantástico disponer
de varios días (al menos tres) para haber explorado a fondo la región, pero
sólo teníamos uno, así que tuvimos que descartar varios lugares que habríamos
deseado visitar y nos quedamos con las recomendaciones que nos hizo el
simpático Georgios.
Recorrimos la garganta de Topolia, en la carretera rumbo a Elafonisi, para llegar a la cueva de Agia Sofia. Una
cueva con numerosas estalactitas y estalagmitas de gran tamaño que alberga
una capilla en su interior.
Descendimos hacia
la costa por una pequeña y serpenteante carretera y llegamos a Livadia, una
pequeña aldea rural donde creo recordar no nos costó mucho encontrar el
restaurante que nos recomendó Georgios: restaurante Gialites, muy mediterráneo,
una casita con terraza de losas y cubierta de parras.
Desde luego aquel no era un lugar
turístico, decir que estábamos a finales de julio y éramos los únicos clientes
del restaurante. Nos atendió una señoruca anciana y muy agradable, que nos dejó
una carta en griego ilustrada con fotografías de los platos que servían. Todo
tenía tan buena pinta que intentamos que nos hiciera alguna recomendación, pero
ni el español, ni el inglés, ni el francés, ni las nociones de alemán que llevábamos
en la mochila, nos sirvieron en esta ocasión, esta anciana solo hablaba griego
(no era de extrañar), y a pesar de su buena voluntad y nuestro esfuerzo, no
conseguíamos entendernos. Entonces Mr. Feynman sacó el teléfono móvil, escribió
en el traductor: «¿qué nos recomienda usted?» y le mostró la pantalla con la
traducción a nuestra amable señoruca, los ojos se le abrieron como platos (no
digo que no conociera los teléfonos móviles, pero desde luego ni se imaginaba
que se pudiera hacer algo así con uno de ellos), esbozó una sonrisa y el banquete comenzó en
breve: para empezar, plato de olivas con un aliño muy especial y ensalada de
tomate y pepino, para seguir, la mejor musaka que he probado jamás y que aún
recuerdo relamiéndome los labios, para continuar, conejo en salsa aromatizado con
tomillo y romero ¡delicioso!, y de postre, lo que más tarde descubriríamos es
un clásico en la isla, no hay carta de postres, pero la costumbre es que te
inviten a un plato de melón. Todo por el módico precio de ¡10,50€ por persona!
Después de tan fantástico
banquete fuimos bordeando la costa hasta las magníficas playas de dunas de Elafonisi, la
primera impresión es un tanto desconcertante, el lugar es fantástico, una
extensa playa de arena fina, aguas cristalinas y mar poco profundo y tranquilo,
pero está repleto de turistas, tumbonas, sombrillas, un par de chiringuitos
enormes con música de discoteca, desde luego contra gustos …, así que si esto es
lo que te gusta este es tu lugar, de cualquier forma, la playa es tan grande
que hay espacio para todos, así que vas a estar fenomenal.
Pero para el que
prefiera algo más de tranquilidad, como es nuestro caso, la opción es cruzar al
islote de enfrente, se puede cruzar caminando, en la zona mas profunda el agua
nos alcanzaba poco mas de las rodillas y es sencillo averiguar por donde
cruzar, una hilera de personas indica el camino.
Una vez en el islote hay que
caminar por los senderos señalizados, respetando las zonas de dunas vírgenes,
para llegar a las distintas playas, donde a pesar de que también hay gente, hay
mucha menos, el entorno es muy bello y se está fenomenal.
De cualquier forma, la mayoría de
los turistas que llegan a esta playa lo hacen en autobuses que se marchan a las
cinco de la tarde, por lo que a partir de esa hora la zona está mucho más
tranquila.
Es importante iniciar el regreso
a Hania antes de que anochezca, ya que el trayecto dura unas dos horas y gran
parte transcurre por una estrecha carretera de montaña sin iluminación.
¡Qué disfrutes del chapuzón!
Próxima parada: Valle de Amari y playa de Preveli.
¡Qué disfrutes del chapuzón!
Próxima parada: Valle de Amari y playa de Preveli.
Creo que la frase exacta fue: "lo que a usted le guste está bien". Se sorprendió del invento, se rió de la situación y se emocionó, por poder cocinar lo que quisiera, como el artista que puede crear sin la presión de tener que agradar al mecenas.
ResponderEliminarAdemás de la los riquísimos platos, entre los que se encuentra la mejor mousaka que he probado en mi vida, acabamos con una exquisita piel de naranja confitada y el típico final de las comilonas cretenses... No es el Ouzo (licor nacional Griego)! Sino el Raki, licor originario de Creta. Genial.
Fdo.: Mr. Feynman