martes, 23 de septiembre de 2014

Rue de l'Odéon

Siempre que pienso en una librería, yo, me quedo con el 7 de la rue de l’Odéon y su mítica Maison des Amis des Livres, en la famosa Rive Gauche de París. Un atentico santuario de la literatura de entreguerras por el que pasaron Walter Benjamin, Marcel Proust, Andre Breton, Samuel Beckett, Rainer Maria Rilke, F.S. Fitzgerald, entre muchos otros.

Sería fantástico poder pasear por aquella rue de l’Odeon y entrar por unos minutos en La Maison des Amis des Livres. Sueño con tan fascinante viaje en el tiempo y me imagino curioseando y rebuscando entre sus libros, mientras suenan en directo las notas de Erik Satie y charlan con naturalidad mlle. Monnier y Walter Benjamin.

Adrienne Monnier, promotora y protectora de este hermoso proyecto, concibió un lugar de paz, armonía y creación, tuvo fe en las personas en medio de un momento de locura, miedo y destrucción.

 «Confíen en la buena voluntad de las personas, tengan por seguro que respetarán y seguirán todo lo que hagan con fe, paciencia y orden; conózcanlas mediante una observación constante, denles todo lo que puedan de ustedes mismos y verán que no son tan diferentes ni tan ajenas a ustedes y que, en definitiva, vivir en ellas es vivir mas plenamente en uno mismo».

Adrienne Monnier
Agosto de 1918


Gallo Nero nos abre las puertas de esta mítica librería para que por un instante podamos asomarnos y, de la mano de su propietaria y de algunos de sus amigos, echar un vistazo a su interior. Una joya sobre libros, escritores, una librera y su librería.


P.D.- Gracias a Sergio que me descubrió este libro, un tesoro.





martes, 16 de septiembre de 2014

Día 3 - Creta: Valle de Amari y playa de Preveli


El tercer día que pasamos en Creta lo dedicamos a recorrer uno de los valles del interior, el valle de Amari, para terminar dándonos un baño en la playa de Preveli.


Es una bonita ruta entre montañas, una tierra fértil donde abundan olivares y cerezos, y encontramos tranquilos pueblos y aldeas rurales, pequeñas iglesias bizantinas decoradas con frescos de los siglos XIII – XV y profundos barrancos, además del monte Psiloritis (o Ida), la cumbre más alta de Creta (2.456 metros), lugar de nacimiento del dios mitológico Zeus. Aunque algo preparada para el turismo, esta ruta, nada tiene que ver con la turística Creta de la costa.

Monte Psiloritis al fondo

Desde Hania, nos dirigimos a Apostoli, donde comenzamos nuestra ruta visitando la pequeña iglesia de Agios Nikolaos; es una pequeña capilla que se encuentra dentro del cementerio en la parte alta del pueblo y que contiene frescos bizantinos del siglo XV. De Apostoli fuimos hacia Tronos, donde encontramos una iglesia bizantina del s. XIV y junto a ella los  restos de un mosaico que pertenecieron a una antigua basílica del siglo VII.

Continuamos hacia Amari, pueblo que da nombre al valle y donde disfrutamos de unos de los frescos más antiguos de Creta en la iglesia de Agia Anna (s.XIII), la iglesia se encuentra en las afueras del pueblo, en medio de un olivar.

Iglesia Agia Anna

En Meronas, subimos a su torre veneciana, desde donde disfrutamos de las hermosas vistas del valle y después nos dirigimos hacia Spili, donde bebimos el agua fresca de su famosa fuente veneciana de 25 caños con forma de cabezas de león.


Pasamos por Asomatos para llegar al monasterio de Moni Piso Preveli, junto al que se encuentra el monumento dedicado a la defensa de la isla (durante la Segunda Guerra Mundial) que llevaron a cabo los Aliados y la resistencia cretense. El escritor británico, Patrick Leigh Fermor formó parte de esta defensa conjunta y uno de sus episodios más destacados fue narrado por uno de sus participantes, el oficial W. Stanley Moss, en el libro «Mal encuentro a la luz de la luna», recientemente publicado por la editorial Acantilado.

Junto al monumento se encuentra uno de los accesos al camino que lleva a la bonita playa de Preveli, de aguas cristalinas y arena fina, rodeada de un palmeral, donde desemboca el río Kourtaliotis. Es aconsejable ir bien calzado ya que para llegar a la playa hay que descender el  acantilado durante unos 20 - 30 minutos, por una escalera de piedras. Una vez allí, creo recordar que había un pequeño chiringuito, pero si piensas pasar allí el día, casi mejor llevar agua y algo de comer.




Paramos a dormir en Agia Galini, donde cenamos estupendamente en uno de los restaurantes del puerto.

Próxima parada: De Agia Galini a Kato Zakros.

martes, 9 de septiembre de 2014

Segundas oportunidades: La tregua

Hace un año que empecé a leer La tregua, de Mario Benedetti, pero no debía ser el momento porque no me duró más de 30 páginas. Soy de las que piensa que con todo lo bueno que hay por leer no merece la pena perder el tiempo con un libro que no te conquista. Así que lo dejé un poco pesarosa, porque comprenderán, se trata de Mario Benedetti, no es un cualquiera.

Lo dejé rondando por la casa, por si en algún momento se decidía a llamarme con más ímpetu que la primera vez. Me gusta pensar que los libros tienen vida y que se las ingenian para de alguna manera llamar nuestra atención.

Hace unas semanas, alguien me lo recomendó con mucho entusiasmo, unos días después lo encontré anotado como uno de los imprescindibles en uno de los blogs de libros que sigo y a los pocos días me sorprendí recomendando a una amiga Primavera con una esquina rota, recordando la agradable sensación que me produjo su lectura.

¡Dale!, ahí estaba Mario Benedetti, pidiendo una segunda oportunidad y yo, que soy muy de segundas oportunidades, cómo no se la iba a dar a Mario.

Qué alegría que La tregua decidiera llamarme con más ímpetu que la primera vez, qué hermoso libro, qué sensación tan grata.

Qué alegría ser de ese tipo de personas que conceden segundas oportunidades.



martes, 2 de septiembre de 2014

Día 2 - Creta: Hania y la costa occidental


Día 2: Hania y la costa occidental.

Habría sido fantástico disponer de varios días (al menos tres) para haber explorado a fondo la región, pero sólo teníamos uno, así que tuvimos que descartar varios lugares que habríamos deseado visitar y nos quedamos con las recomendaciones que nos hizo el simpático Georgios.

Recorrimos la garganta de Topolia, en la carretera rumbo a Elafonisi, para llegar a la cueva de Agia Sofia. Una cueva con numerosas estalactitas y estalagmitas de gran tamaño que alberga una capilla en su interior.



  Descendimos hacia la costa por una pequeña y serpenteante carretera y llegamos a Livadia, una pequeña aldea rural donde creo recordar no nos costó mucho encontrar el restaurante que nos recomendó Georgios: restaurante Gialites, muy mediterráneo, una casita con terraza de losas y cubierta de parras.

Desde luego aquel no era un lugar turístico, decir que estábamos a finales de julio y éramos los únicos clientes del restaurante. Nos atendió una señoruca anciana y muy agradable, que nos dejó una carta en griego ilustrada con fotografías de los platos que servían. Todo tenía tan buena pinta que intentamos que nos hiciera alguna recomendación, pero ni el español, ni el inglés, ni el francés, ni las nociones de alemán que llevábamos en la mochila, nos sirvieron en esta ocasión, esta anciana solo hablaba griego (no era de extrañar), y a pesar de su buena voluntad y nuestro esfuerzo, no conseguíamos entendernos. Entonces Mr. Feynman sacó el teléfono móvil, escribió en el traductor: «¿qué nos recomienda usted?» y le mostró la pantalla con la traducción a nuestra amable señoruca, los ojos se le abrieron como platos (no digo que no conociera los teléfonos móviles, pero desde luego ni se imaginaba que se pudiera hacer algo así con uno de ellos),  esbozó una sonrisa y el banquete comenzó en breve: para empezar, plato de olivas con un aliño muy especial y ensalada de tomate y pepino, para seguir, la mejor musaka que he probado jamás y que aún recuerdo relamiéndome los labios, para continuar, conejo en salsa aromatizado con tomillo y romero ¡delicioso!, y de postre, lo que más tarde descubriríamos es un clásico en la isla, no hay carta de postres, pero la costumbre es que te inviten a un plato de melón. Todo por el módico precio de ¡10,50€ por persona!

Después de tan fantástico banquete fuimos bordeando la costa hasta las magníficas playas de dunas de Elafonisi, la primera impresión es un tanto desconcertante, el lugar es fantástico, una extensa playa de arena fina, aguas cristalinas y mar poco profundo y tranquilo, pero está repleto de turistas, tumbonas, sombrillas, un par de chiringuitos enormes con música de discoteca, desde luego contra gustos …, así que si esto es lo que te gusta este es tu lugar, de cualquier forma, la playa es tan grande que hay espacio para todos, así que vas a estar fenomenal. 

Pero para el que prefiera algo más de tranquilidad, como es nuestro caso, la opción es cruzar al islote de enfrente, se puede cruzar caminando, en la zona mas profunda el agua nos alcanzaba poco mas de las rodillas y es sencillo averiguar por donde cruzar, una hilera de personas indica el camino. 


Una vez en el islote hay que caminar por los senderos señalizados, respetando las zonas de dunas vírgenes, para llegar a las distintas playas, donde a pesar de que también hay gente, hay mucha menos, el entorno es muy bello y se está fenomenal.


De cualquier forma, la mayoría de los turistas que llegan a esta playa lo hacen en autobuses que se marchan a las cinco de la tarde, por lo que a partir de esa hora la zona está mucho más tranquila.



Es importante iniciar el regreso a Hania antes de que anochezca, ya que el trayecto dura unas dos horas y gran parte transcurre por una estrecha carretera de montaña sin iluminación.

¡Qué disfrutes del chapuzón! 

Próxima parada: Valle de Amari y playa de Preveli.