martes, 4 de octubre de 2016

Viajes con Charley, en busca de Estados Unidos

     Mi primer acercamiento a J. Steinbeck fue más bien desafortunado, cansada de tanto polvo en el camino abandoné Las uvas de la ira poco después de empezar su lectura. Mr. Feynman me recomendó que probara con De ratones y hombres, pero el recuerdo del polvo seguía torturándome y provocándome una pereza terrible, probablemente no había tanto, pero en palabras de J. Steinbeck […la memoria es en el mejor de los casos, un depósito defectuoso y deformado.] y en mi memoria el deposito de polvo era lo suficientemente pesado como para atreverme otra vez con él. Los autores norteamericanos no son para mí, he pensado siempre, pero ese tema da para otra entrada entera, así que lo dejaré para más adelante.

    Sería la Unión Soviética y la compañía de Robert Capa quienes me convencieran por fin de darle una segunda oportunidad, Diario de Rusia logró que dejará atrás el tortuoso polvo del camino y que J. Steinbeck se convirtiera en una de las pocas excepciones a la regla de los autores norteamericanos.

    Hace unos días regresé de un bonito viaje por los Estados Unidos en compañía de John, Charley y Rocinante, he de confesar que con el hecho de que eligiera Rocinante como nombre para bautizar su autocaravana me ha conquistado para siempre, Rocinante, ¡qué acierto! 



    La primera parte del viaje fue especial para mí porque recordé las dos fantásticas semanas que Mr. Feynman y yo pasamos descubriendo Nueva Inglaterra hace algunos años. Del mismo modo que el Sr. Steinbeck, procuramos evitar atravesar las grandes ciudades aunque tuviéramos que recorrer muchos más kilómetros, visitamos Vermont, Maine, Massachusetts, Connecticut, New Hampshire, The White Montains, donde un oso nos dejó con la boca abierta cruzando por delante de nosotros (afortunadamente ignorándonos por completo) mientras nos hacíamos una fotografía junto a un puente.

     Steinbeck disponía de dos meses y medio más que nosotros por lo que pudo permitirse pasar por el Medio Oeste, ¿seguirá siendo Montana el lugar idílico que él amaba?; California, que seguramente entonces ya era muy parecida a la California de hoy; Tejas y sus botas de cowboy; y el sur, el trágico sur.

    Pero el libro es interesante no sólo por la narración del viaje si no por muchas de las reflexiones sobre la forma de vida de los estadounidenses, el miedo, el racismo o las armas, entre otras muchas.

    Probablemente los Estados Unidos que recorrió en 1960 J. Steinbeck no tengan mucho que ver con los del siglo XXI o tal vez sí, pero tengo la sensación de que como muchos otros lugares ha perdido parte de su bonito encanto y han evolucionado poco sus peores costumbres.