martes, 7 de marzo de 2017

Susanna Tamaro: una entrevista

A modo de presentación:

Susanna Tamaro es humilde y silenciosa, sedentaria por naturaleza y profundamente reflexiva.

Yo diría que algo introvertida y desde luego reservada, ama el otoño y teme los petardos, los gritos, el estrépito y el hecho de “tener” que divertirse a toda costa, es por ello que no celebra la Noche de San Silvestre.

       Detesta el triunfalismo, la demagogia y las cortinas de humo. El que no la conoce tiende a considerarla cerrada, neurótica, de malas pulgas. Pero de sus libros se desprende que sus amigos la aprecian y que ella valora enormemente la amistad.

       Vive en una granja en el campo, rodeada de animales.

Empezamos:

¿Hace más de veinte años abandonó la ciudad para mudarse al campo, qué le impulso a llevar a cabo ese cambio?

El cuerpo fue el que me obligó a dar aquel gran paso: una bronquitis asmática me estaba impidiendo respirar, necesitaba aire puro.

¿No le preocupaba sentirse sola?

La soledad es el medio más extraordinario para entrar en intimidad con nosotros mismos.

De cualquier forma no vivo sola, es cierto que no  tengo una familia al estilo convencional, aunque tengo un sentido de la familia muy grande, es algo profundamente innato en mi persona, pero en cierto momento comprendí que no deseaba hijos ni una familia tradicional. No obstante, en casa vivimos siete personas y hemos llegado a ser hasta 12, me gusta tener gente alrededor.

Mi primera entrada sobre usted es una pequeña reseña sobre su libro Donde el corazón te lleve, fue un éxito de ventas, el libro que le dio la fama, sin embargo para usted parece ser un lastre que le encasilló en un tipo de literatura sentimentalista.

En las entrevistas he repetido, hasta dormirme yo misma de aburrimiento, que el “corazón” del título no es el que palpita por una cita o por una mirada, sino la totalidad más profunda del hombre, la imagen del sitio físico en que la razón y emoción se enlaza armoniosamente y se funden en algo más grande.

Lo he dicho y reiterado, pero ha servido de poco o nada: he seguido siendo la experta en intrigas sentimentales. ¡Y pensar que no hay un solo asunto que yo sienta tan sideralmente lejano!

Fue duramente criticada por su colaboración en la revista Famiglia Cristiana. ¿Cómo surgió aquella colaboración, cómo fue la experiencia, le afectaron aquellas críticas?

Cuando Famiglia Cristiana me planteó su oferta yo ya había rechazado algunas propuestas de otras publicaciones en las que me ofrecían comentar los grandes temas de actualidad. Lamentablemente, no siento inclinación por ese tipo de reflexión, soy lenta al enfocar bien las cosas y aún más lenta e indecisa en extraer de ellas cualquier conclusión.

En la oferta de Famiglia Cristiana había algo diferente, más adecuado a mi persona, me pedían que expusiese una especie de diario epistolar, en el que podría hablar con gran libertad. Después de largos titubeos acepte la oferta.

Durante los primeros meses experimentaba una terrible ansiedad que poco a poco fue desapareciendo. Al principio fue verdaderamente difícil, para llevar a su término cada carta – entre incertidumbres, dudas, miedos de no conseguirlo – empleaba dos o tres días. Después poco a poco todo se volvió más fácil y la nota semanal, se convirtió en un pequeño oasis feliz.

No tiene ni idea de cuantas veces, a lo largo de esos meses, oí que me repetían monótonamente esta clase de frases: “me da vergüenza”, “jamás me ensuciaría las manos”, “te has vendido a la Democracia Cristiana”, y así siempre: una retahíla de frases reiterativas y previsibles cuyo único factor unificador era el disgusto y repulsión por la revista y por mi elección al colaborar con ella.

El juicio se ha convertido en un deporte popular. Toda persona que tiene la posibilidad de expresarse públicamente se considera de manera automática legitimada para imponer su verdad a los demás condenando sin posibilidad de apelación todo aquello que no sea conforme a dicha verdad.  Nos erigimos en jueces, convencidos que de tal manera manifestamos una superioridad de inteligencia y comprensión; en cambio, cuando juzgamos, hacemos exactamente lo contrario: el juicio es una jaula, una estrecha prisión en la que languidecen además de la libertad de ser, la comprensión y la inteligencia. Frecuentemente esconde sólo prejuicio y condena.

De cualquier forma aquellas críticas no fueron más que uno de los efectos secundarios de la notoriedad.

La notoriedad ¿le ha traído algo positivo? 

Por su puesto, por ejemplo, a lo largo de estos años he recibido muchísimas cartas extraordinarias por su humanidad, intensidad y profundidad. Son cartas que me dan también una gran felicidad en tanto que manifiestan la presencia, en nuestro país, de personas adultas y maduras que tienen la valentía de interrogarse a sí mismas y poner nuevamente las cosas en tela de juicio.

¿Qué busca en sus libros?:

En mis libros hay siempre una búsqueda sobre el fundamento de los sentimientos, sobre aquello que da sentido, arraigo y riqueza a una vida.

Escribir es una actividad estrechamente relacionada con la evolución de un autor. Los libros no deberían ser género pre-confeccionado.

A menudo recibo cartas de personas que quieren convertirse en escritores – o sienten serlo – y solicitan consejos para ascender más rápidamente los peldaños de esta carrera.  Entendida así, la escritura se parece a un trampolín para saltar hacia la visibilidad social, y, por lo tanto, se vuelve inútil para sí misma. En cambio, yo estoy convencida de que la escritura no sirve para hacerse ver si no para ver. Escribir es uno de los sistemas más simples y más profundos para aclarar el interior de uno mismo y para dejar un recuerdo de nuestras existencias.

Para relatar cualquier cosa hace falta una mirada, y la mirada pertenece a una persona. La mayor parte de las veces, aquello que se ha de relatar está muy cerca de nosotros, y, para ser relatado, requiere una gran simplicidad.

Lo importante es no volverse rígidos, no juzgar, no decidir a priori, sino mantenernos relajados y ligeros como un niño que juega.

Manifiesta cierto pesimismo respecto del mundo y la sociedad actual, cree que estamos abocados al desastre.

El periodo de las ideologías y de los grandes sueños utópicos ha terminado. En su lugar se ha formado un vacío, y este vacío da miedo. No existe ya la idea de la “construcción”, el concepto de que, construyendo, uno se construye a sí mismo. “Quiero lo máximo, lo quiero enseguida, lo quiero sin esfuerzo” parece ser la consigna de la sociedad actual.

Se ha implantado el Totalitarismo del ego: Todo aquello que me hace feliz es lícito, lo demás no me interesa. Y en este totalitarismo del ego se insertan las señales visibles de la degradación del corazón: la intolerancia, el racismo, la ausencia de compasión, de coparticipación, la incapacidad de escuchar.

Afortunadamente, algo está empezando a cambiar: cada vez mayor número de personas son conscientes de que la lucha por una calidad de vida mejor no es un lujo secundario, sino un derecho a vivir civilizadamente y una riqueza para dejar en herencia a quien nos siga.

¿A qué se dedica cuando no escribe?

Mi ocupación predilecta es la horticultura, cultivo un huerto a escasos metros de mi cocina, además siento pasión por las plantas medicinales.

Me interesa mucho la cultura oriental, desde hace años practico artes marciales, yoga y meditación.

Me gusta comenzar el día dando un paseo y correr al anochecer, es una forma de meditación, en estos tiempos tan confusos y contradictorios hay una gran necesidad de acercarse a la parte más verdadera y profunda de uno mismo.

Soy aficionada a la entomología y la ornitología. En mí pasión naturalista hay pocas cosas que me hayan fascinado tanto como la emigración de las aves.

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No tenía muy claro cómo enfocar esta nueva entrada sobre Susanna Tamaro para la iniciativa Adopta una autora. Cualquiera que busque datos objetivos sobre casi cualquier cosa o personaje con algo de proyección pública puede encontrarlos fácilmente entrando en Wikipedia.

Pero yo quería ir más allá de los simples datos objetivos: lugar y fecha de nacimiento, biografía, bibliografía, premios, si te interesan puedes encontrarlos como ya te he dicho en el siguiente enlace a Wikipedia.

Dando vueltas a este tema me surgió la idea de plantear mi presentación de la autora en formato de entrevista. Tendría que ser una entrevista ficticia puesto que acceder a ella habría sido maravilloso pero demasiado complicado. Tras darle muchas vueltas me decidí por esta opción, de esta forma ha sido la misma Susanna Tamaro quien se ha descubierto ante nosotros, sus reflexiones son las que han dado pie a mis preguntas.

 Sí, esta es una pequeña entrevista ficticia para la que he utilizado como fuente su recopilación de cartas para la revista Famiglia Cristiana. Una colaboración por la que fue duramente criticada. Yo misma tuve que vencer ciertos prejuicios cuando me planteé su lectura, pero fue una suerte dejarlos de lado porque Querida Mathilda es un libro interesante en el que la autora plantea, en formato epistolar, sus opiniones, sensaciones y sentimientos al respecto de numerosos temas: la infancia, la sociedad actual, el matrimonio, la educación, el dinero y el poder, la escritura…

En mi opinión, durante la mayor parte del libro deja a un lado sus creencias religiosas sin pretender aleccionar desde esa perspectiva, lo que para mí resulta muy grato e incluso llegan a sorprenderme algunos de sus puntos de vista.

La parte final si contiene cierta reflexión con cuya perspectiva no estoy muy de acuerdo. Pero si quieres saber a qué me refiero tendrás que leer el libro y sacar tus propias conclusiones, no seré yo quien juzgue a Susanna Tamaro.

Querida Mathilda. Susanna Tamaro. Seix Barral. Barcelona, 2001. 
192 páginas. 9,61 euros.




jueves, 23 de febrero de 2017

En Lakonia: Monemvasia y Elafonisos

       De las tres penínsulas del sur del Peloponeso, Epidavros Limira es la que está situada al este. Es una región tranquila y hermosa, con mucho por descubrir, por lo que nos costó elegir nuestras paradas, pero al final nos decidimos por Monemvasia y Elafonisos, ya que sólo disponíamos de una jornada antes de poner rumbo al norte, pero es un lugar ideal si necesitas unos días de descanso.

Monemvasia es un pequeño pueblo medieval que se conserva prácticamente intacto, se encuentra ubicado en un islote de espaldas a tierra firme por lo que a simple vista queda escondido y sólo es posible el acceso a través de un puente.  

Se trata de un pueblo peatonal por lo que no es posible acceder con el coche, si tienes suerte como nosotros encontrarás algún hueco en la carretera de acceso, si no tendrás que dejar el coche en tierra firme y caminar hasta la única entrada del pueblo, porque Monemvasia significa precisamente eso: única entrada.

Piérdete por sus callejuelas, descubre sus bonitos rincones, pasea bajo las hojas de parra, disfruta de las hermosas vistas desde la ciudad alta. Es un lugar encantador.


Pasamos la mañana explorando la pequeña Monemvasia, pero el calor ya era intenso así que nos despedimos rumbo a Elafonisos, con la mente puesta en pegarnos un buen baño.

Elafonisos es una pequeña isla situada al sur oeste de la península de Epidavros Limira. Con largas playas de arena fina y aguas cristalinas es uno de los lugares más tranquilos y hermosos que visitamos a lo largo de este viaje. Si necesitas un buen descanso, alejarte del estrés de la vida diaria, si lo que quieres es disfrutar de no hacer nada más que descansar y comer bien, este es tu destino.

A la isla de Elafonisos se accede desde la costa de Pounta, en verano los barcos que llevan a la isla salen cada media hora y el trayecto es breve, ya que tan sólo hay 350 metros desde costa de Punta hasta Elafonisos.

Costa de Pounta


Nada más llegar paramos a almorzar en el puerto, donde pequeños restaurantes ofrecen un riquísimo pescado fresco y pasamos la tarde disfrutando de sus hermosas playas.

Puerto de Elafonisos

Habría sido fantástico poder pasar más tiempo en este lugar, podría decirse que es un trocito del Caribe en el Mediterráneo, pero los días iban pasando y aun teníamos varias paradas por delante antes de llegar a Atenas. De cualquier forma, no me cabe ninguna de duda de que algún día volveré a Lakonia con más tiempo para disfrutar de una de las regiones más tranquilas y hermosas de Grecia.




Próxima parada: Micenas, Nafplio, Xiropigado

jueves, 16 de febrero de 2017

Reportajes antifascistas

«La historia no tiene prisa». – I. Ehrenburg
        
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en el otoño de 1939, con la invasión del Corredor de Danzig (o Corredor Polaco) por parte del poderoso Tercer Reich, el nacionalsocialismo llevaba ya seis años gobernando Alemania. Durante ese tiempo (e  incluso desde algunos años antes) se encargó de ir perfeccionando su maquinaría de odio y represión, tejiendo poco a poco, una tela de araña que le permitiría someter a toda Europa al mayor grado de terror y destrucción que ha conocido su historia.

El ideario que alimentaba esta maquinaria no era nuevo. Racismo, xenofobia, antisemitismo, nacionalismo… ya habían enarbolado banderas en otras ocasiones, pero fue su gran capacidad logística la que permitió que las cifras se multiplicaran, esta vez, de una forma abrumadora.

Dentro de esta logística desarrollaron un papel fundamental los campos de concentración. Auschwitz, Mauthausen, Dachau, se hicieron tristemente famosos por el grado de desarrollo que el terror alcanzó en sus entrañas, pero la historia de estos recintos no comienza con el desalojo de los guetos si no mucho antes, nada más llegar el partido Nazi al poder. Uno de los primeros fue el ubicado en una fábrica de cerveza de la ciudad de Oranienburg, donde fueron internados muchos de los opositores y enemigos del partido Nazi, entre ellos el periodista y escritor holandés Nico Rost, que pasó allí varias semanas en el año 1933 y que tras su liberación, describiría en su libro Un campo de concentración en el Tercer Reich los métodos empleados por las S.S. y las S.A. para acabar con cualquier tipo de oposición y resistencia a sus planes. Nico Rost vivió en primera persona el nacimiento de este sistema de represión, que se iría perfeccionando con los años hasta alcanzar un grado de terror que el mismo Rost sufriría años después en Dachau.

Con el estallido de la guerra civil española las potencias occidentales, más preocupadas por el comunismo que por los regímenes fascistas, firmaran un Pacto de no intervención que Alemania e Italia no tendrán ningún interés en cumplir, el resto de democracias occidentales abandonarán al régimen democrático español escudándose en este Pacto y mirando hacia otro lado mientras Hittler y Musolini prueban sus poderosas armas de guerra contra la población española. Una vez más, la historia no tiene prisa y años más tarde occidente sufrirá los siniestros planes del nacismo.

La República Española fue abandonada por las democracias occidentales, pero un amplio número de escritores y periodistas viajó a España para dar fe de los terribles acontecimientos y enviar sus crónicas desde el frente. Fueron muchos los corresponsales de prensa, activistas antifascistas, que pusieron voz a la guerra civil española, entre ellos Nico Rost, que reunirá sus vivencias en un pequeño libro, Desde el frente libertario español.

Llegados a este punto he de comentar que si hay algo que me gusta de un libro es que conecte con otros libros, otros personajes u otros escritores, libros que llevan a otros libros, escritores que llevan a otros escritores. Encontrarme con Iliá Ehrenburg por las páginas de este libro fue una agradable sorpresa.

La Segunda Guerra Mundial ha terminado y es momento de que la vida vuelva a abrirse paso, pero la vieja Europa ya no volverá, son muchas las cosas que han cambiado, que han desaparecido, entre ellas los antiguos barrios judíos. Nico Rost narra con nostalgia los recuerdos de una infancia entre las callejuelas del barrio judío de Groninga en Los amigos de mi padre, describiendo las costumbres de las gentes de la Folkingestraat y la Nieuwstad. Tras la Segunda Guerra Mundial, más de tres mil de sus habitantes no volvieron a sus hogares.

En su narración, Nico Rost me recuerda a Stefan Zweig, Iliá Erhenburh, Patrick Leigh Fermor, Chaves Nogales, Joseph Roth, y algunos otros cronistas de aquella vieja Europa que tras dos guerras mundiales quedaría definitivamente enterrada. La historia se tomó su tiempo para destruirla.

Contraescritura ha reunido estos tres relatos de Nico Rost en un mismo volumen bajo el título de Reportajes antifascistasEs de agradecer que su editora, Marta Martínez, no se rindiera tras conocer la gran historia que había detrás de Nico Rost. 


Reportajes antifascistas. Nico Rost. Contraescritura, colección ConTextos, 2016. 
157 páginas. 20,00 euros. 



          

jueves, 9 de febrero de 2017

Día 20: En Lakonia: península de Mani


Dejamos Kalamata después de una noche horrible, yo deseaba dormir y descansar, todo lo contrario que el resto del pueblo, que se embarcó en una interminable noche de juerga nocturna. Así que me marché de allí encantada, pensando en no volver jamás, si algún día siento el deseo irrefrenable (que ya lo dudo) de una noche de copas y música ensordecedora hasta altas horas de la madrugada a orillas del mar, iré a Torrevieja, que me pilla mucho más cerca.

De las tres penínsulas del sur del Peloponeso, Mani es la central. Ideal para pasar uno o dos días de calma recorriendo su costa, disfrutando de sus hermosas calas de aguas cristalinas y sus pequeños pueblos de pescadores. Fue en uno de estos pueblos, que ni siquiera aparecía en el mapa, donde paramos a comer en un pequeño restaurante (apenas había tres mesas) gestionado por una pareja muy amable, que nos sirvió lo que debía ser el menú del día: una especie de pez gallo, que probablemente había salido del mar pocas horas antes y una riquísima ensalada de tomate, pepino y olivas; de postre, no podía faltar una rodaja de melón. Fue una comida fantástica, en una terraza con vistas al mar. 



 La costa de Mani está repleta de pequeñas calas de cantos rodados y aguas azul turquesa, pero también arenales de aguas poco profundas. Es un lugar hermoso y tranquilo. Afortunadamente (de momento) la masificación y el urbanismo no han acabado con la zona, aunque empiezan a verse esqueletos de algunas urbanizaciones que no tengo muy claro si están en marcha o han quedado paralizadas con la profunda crisis económica que sufre el país.


La península de Mani es rocosa y escasea la vegetación, pero en algunas zonas crecen pequeños bosquecillos de pinos donde parar a descansar a la sombra y en la zona sur sus famosas casas - torre custodian muchas de sus colinas.



Terminamos nuestra ruta por esta idílica región cenando en la terraza de uno de los numerosos restaurantes del puerto de Githio. Mi recuerdo es el de un hermoso lugar que conserva todo su encanto a pesar de la llegada del turismo.

Próxima parada: Monemvasia y Elafonisos.

jueves, 2 de febrero de 2017

Los hombres me explican cosas

En una ocasión un hombre vino de frente a mí, me agarró por los hombros y me besó en la boca, afortunadamente con este beso se dio por satisfecho y siguió su camino. 

Este, que podría ser alguno de los episodios de violencia contra las mujeres que Rebecca Solnit narra en su libro Los hombres me explican cosas, no es un episodio aislado en mi vida.

En otra ocasión, yo cruzaba por un semáforo y el coche que había parado delante de mí, amagó con comenzar la marcha como si fuera a atropellarme para pegar un frenazo casi a mis pies. Eché a correr sobresaltada mientras los 4 hombres del coche estallaban en carcajadas asomados a las ventanillas. Consideraron que era suficiente diversión, pero yo no fui capaz de dejar de correr hasta alcanzar la seguridad de mi portal. 

Seguramente si me esfuerzo, puedo recordar otras ocasiones en las que me he sentido acosada por un hombre, ocasiones en las que me tocaron el culo o me impidieron el paso al aseo en un bar de copas con el argumento: «o me das un beso o no pasas».

Son numerosas las veces en que me han dicho alguna guarrada por la calle, o me han llamado puta o fácil por ejercer mi sexualidad con la misma libertad que cualquier hombre. 

Son estos hechos y otros de mayor gravedad, los que Rebecca Solnit denuncia en su libro Los hombres me explican cosas, violencia contra la mujer, manifestada de muy diversas formas e intensidades, violencia física y verbal, actitudes opresivas, arrogantes, invasivas y paternalistas.

Todas ellas con un común denominador: el agresor es un hombre y la agredida una mujer. Porque sí, en ocasiones las mujeres agreden a los hombres, pero #todaslasmujeres hemos conversado sobre las medidas que tomamos si caminamos solas y de noche por la calle. 

Me extrañaría que ningún hombre haya mantenido esta conversación, no creo que ninguno cambie de acera si va a cruzarse con un grupo de mujeres, o mire hacia otro lado y se haga el despistado, pero siempre mirando por el rabillo del ojo. No, sinceramente no lo creo.

Recientemente la cantante Madonna pronunció un discurso en la entrega del premio Billboard a la Mujer del año en el que denunciaba las numerosas ocasiones en las que a lo largo de su vida se había sentido agredida, violentada y menospreciada por su condición de mujer. 

Es fantástico que las mujeres con proyección pública denuncien estos hechos, porque todo esto de lo que habla Madonna en su discurso no le ha ocurrido por ser Madonna si no por ser mujer. 

Estos hechos y actitudes de las que ella habla pueden parecer excepcionales pero no lo son, en general, las mujeres vivimos infinidad de actitudes invasivas sobre nuestra persona, aunque no nos paremos a meditarlo y excepto en los casos más dramáticos hayamos aceptado y normalizado estas conductas y actitudes que suponen una invasión de nuestra intimidad.

Además de soportar estas actitudes, en la mayoría de las ocasiones la carga de la responsabilidad cae del lado de la mujer, estaba sola, vestía demasiado sexy, fue demasiado amable y extrovertida, es una histérica y una exagerada, solo es una broma, no tiene sentido del humor. 

No hay más que acudir a las redes sociales para encontrar uno de los ejemplos más claros: «Parece que en internet el equivalente a una minifalda es una opinión. Tener una y mostrarla parece ser una manera de invitar a que una amorfa masa de violentos tecleadores, en su mayor parte hombres, te describan cómo les gustaría violarte, asesinarte y mearte encima» – testimonio de la columnista Laurie Penny, reflejado en Los hombres me explican cosas.

En su libro, Rebecca Solnit hace hincapié en la agresividad de los hombres y la importancia de modificar la percepción de la hombría. «¿Cuál es el problema con la hombría? Hay algo acerca de cómo se visualiza la masculinidad, en cómo es loada y promovida, en la manera en que se transmite esta a los niños, que necesita ser identificada» 

Y ante todas estas críticas «la respuesta corporativa» que dan los hombres: «no somos todos los hombres».

«[…] Es la manera en la que algunos hombres dicen, yo no soy el problema, […] para proteger su zona de confort de hombres espectadores […] ¿Qué quieren, una galleta?». 

Pero también es cierto que «cada vez más hombres se comprometen con esta lucha en vez de ser simplemente espectadores #NotAllMen». Por supuesto que estos hombres también existen, hombres estupendos y maravillosos que entienden la complejidad de esta lucha por la igualdad y el respeto mutuo y que participan en ella, no solo desde el activismo social si no con su actitud diaria, en lugar de mirar para otro lado.

 Los hombres me explican cosas comienza con «un ejemplo ridículo de paternalismo masculino» y termina hablando de crímenes muy graves. 

Rebecca Solnit, explica: «Un hombre actúa en la creencia de que no tienes derecho a hablar y que no eres nadie para definir qué es lo que está pasando. Esto puede significar cortarte durante una conversación en la cena o durante una conferencia. También puede significar que te digan que te calles, o amenazarte si se te ocurre abrir la boca, o darte una paliza por hablar, o asesinarte para silenciarte para siempre. […] Allí está él para decirte que no tienes derechos».

 Aunque pensemos que podemos separar por categorías estas actitudes y que no es lo mismo una ridícula escena de paternalismo que una violación o un asesinato, el germen está en el mismo lugar, «el rechazo a los derechos humanos más básicos, el derecho a la integridad corporal y a la libre determinación de la persona».

 La vulneración de estos derechos está presente en multitud de situaciones de la vida cotidiana de las mujeres y no solo se trata de violación y asesinato (mucho más frecuentes de lo que creemos).

 Si decido asumir la responsabilidad de la maternidad, inmediatamente me convertiré en una «madre enloquecida», como hace unos días escribía Javier Marías, ¿qué necesidad tenía de menospreciar de esa forma a un colectivo que ya de por si lo tiene bastante complicado?, si por el contrario decido no ser madre, entonces seré una egoísta egocéntrica.

 Si decido no tener un trabajo remunerado fuera de casa me llamarán mantenida, pero si por el contrario tengo que dejar a mi hija en una guardería durante ocho horas diarias para poder desarrollar mi carrera profesional entonces seré malamadre.

  Una de las cosas que más me desconcierta de todo esto, es que no solo me he sentido acosada por hombres, las mujeres también tienen su parte en todo esto.

Sí aún te quedan dudas sobre todo esto de lo que hablo, te recomiendo que no dejes de leer Los hombre me explican cosas, un claro alegato en contra de la desigualdad y la violencia de género, una denuncia «de como los hombres muestran una autoridad que no se han ganado, mientras que las mujeres han sido educadas para aceptar esa realidad sin cuestionarla». 


«El término mansplainning conjuga man (hombre) y explaining (explica), en alusión a este fenómeno: Cuando un hombre explica algo a una mujer, lo hace de manera condescendiente, porque, con independencia de cuánto sepa sobre el tema, siempre asume que sabe más que ella».

#Yesallwomen #TodasLasMujeres #NotAllMen #Mansplaining

Los hombres me explican cosas. Rebecca Solnit. Capitán Swing, 2015. 143 páginas. 16 euros.






  





                                                            

jueves, 26 de enero de 2017

El último imperio. Los días finales de la Unión Soviética

Es tradición desde mi más tierna infancia encontrar cada 6 de enero algún libro junto a mis zapatos; El último imperio. Los días finales de la Unión Soviética, de Serhii Plokhy los escoltaba este año.

Por algún motivo que desconozco, siento curiosidad por el gran imperio ruso, sus gentes, sus costumbres, sus artistas, ¿sería Tchaikovsky, Chagall, Chejov? ¿Quién de ellos fomentó mi enorme curiosidad por la historia y cultura de un imperio extenso y lejano? Ya sé, tal vez fue un doctor de nombre Zhivago. Ahora con la globalización, todo parece quedar aquí al lado, pero durante mi infancia, Rusia era el exótico lugar de nacimiento del fabuloso Tchaikovsky, que desde niña me hipnotiza con sus melodías.

Hace un par de inviernos disfruté con gran intensidad de las memorias de Iliá Ehrenburg, que abarcan la primera mitad del s.xx, el final del Imperio de los zares, la Revolución Bolchevique, las dos guerras mundiales, el inicio y parte del desarrollo de la Guerra Fría, para mi gusto, un libro excepcional que reúne muchos de los grandes temas que estudié en los libros de texto de  historia, arte y literatura durante mi etapa escolar.  

El último imperio, como indica su título, describe los días finales de la Unión Soviética y a diferencia de las memorias de Iliá Ehrenburg, gran parte de las escenas de este libro encuentran su imagen correspondiente en mi memoria, imágenes difusas que por algún extraño motivo recuerdo en blanco y negro (mi caprichosa memoria ha desechado los colores de esos recuerdos). Yo sólo tenía 12 años, ninguna curiosidad por la política y escaso interés por la historia del mundo contemporáneo, me interesaban Tchaikovsky, los libros, las muñecas, y el fútbol (sí, era una rareza de la época). Recuerdo a un hombre sobre un tanque dirigiéndose a una multitud en una plaza, algunas entrevistas a otro hombre de escaso pelo y extraña cicatriz en la cabeza, al presidente de los Estados Unidos hablando de arsenales nucleares y Guerra Fría, sin tener yo, muy claro, qué significaba y habiendo descubierto poco tiempo antes, que un muro había separado a los alemanes durante muchos años, un muro, uno más, uno de tantos.

Algo de todo esto había estudiado por encima deprisa y corriendo en el colegio, había que terminar los temarios aunque fuera simplemente nombrándolos, una o dos páginas dedicadas a la Perestroika y la desintegración de la Unión Soviética, por lo que tenía una nube de datos confusos en mi cabeza.

Serghii Plokhy ha aportado claridad a esa nube de datos y recuerdos. El último imperio. Los días finales de la Unión Soviética es un interesante libro donde los datos son suministrados cuidadosamente y sin exceso, sencillo y claro, no aporta infinidad de cifras, fechas o nombres, se centra en los principales protagonistas de los hechos, M. Gorbachov, B. Yeltsin, G.H.W. Bush y L. Kravchuk, aunque desfilan por sus páginas los nombres de otros personajes que de alguna forma también participaron en el desarrollo de los acontecimientos. Las fuentes son numerosas y de primer orden e incluye testimonios de sus protagonistas, todo ello para explicar de forma cronológica como estos hombres consiguieron llevar a cabo la desintegración del último gran imperio de forma pacífica y en apenas unos meses. Un proceso que debía desarrollarse con la mayor delicadeza dado el alto riesgo que suponía la existencia del arsenal nuclear soviético en caso de producirse una conflicto armado en la Unión. Para mi resulta sorprendente descubrir la capacidad que demostraron los protagonistas de este capítulo de la historia, para conseguir que la URSS no siguiera los pasos de Yugoslavia. Me queda la duda de por qué esta vez fue posible y en tantas otras ocasiones no.

Pero aun me surge otra duda: hasta qué punto es objetiva esta narración. Donde terminan los hechos y empieza la interpretación he de confiar en el narrador y sus críticos, puesto que yo lo desconozco todo sobre este tema.

Sin embargo hay un párrafo que me desconcierta enormemente: «Afganistán se convirtió en tierra de nadie, un país dominado por caudillos militares: fueron los talibanes quienes acabaron salvándolo del caos y la violencia diaria. La paz impuesta por los fanáticos religiosos llevó, sin embargo, la destrucción a otros países, pues Osama bin Laden halló cobijo en el antiguo cementerio del ejército soviético». En mi opinión, esta afirmación es una auténtica barbaridad, tal vez los talibanes dieron a Afganistán cierta estabilidad política y militar, pero decir que salvaron al país del caos y la violencia diaria, imponiendo la paz, es absolutamente descabellado, cualquiera que lea esto y no escuchará los telediarios de la época, no será capaz de imaginar la barbarie que supuso para la población civil, (en especial para mujeres y niños) la llegada de los talibanes al poder en Afganistán. El primer país objeto de destrucción como consecuencia de la llegada de los talibanes fue el propio Afganistán, Occidente sólo pagaría las consecuencias de mirar hacia otro lado durante años.

Y es este párrafo el que me permite mantener un velo de sospecha sobre la narración de la historia. Pero aquí, que cada uno saque sus propias conclusiones, por lo que te invito a leer el libro y disfrutarlo tanto como lo he disfrutado yo.


El último imperio. Los días finales de la Unión Soviética. Serhii Plokhy. Turner, colección Noema, 2015. 520 páginas. 34,90 euros. Premio Lionel Gelber 2015

miércoles, 18 de enero de 2017

Día 19: En el Peloponeso (visita a Olimpia)


En nuestro primer día en la península del Peloponeso nos llamó la atención la cantidad de puestos de calabazas que se extendían por los arcenes de la carretera, además de la costumbre de circular por el arcén para facilitar los adelantamientos a los coches que circulan a mayor velocidad, como ya habíamos visto también en Creta. 




Nuestra idea era bordear la península, aunque para ello no disponíamos de mucho tiempo, tan solo 4 días, por lo que seguro que nos perdimos lugares interesantes y hermosos, por ejemplo no pudimos pasar por la península de Mesenia.

La primera parada fue el yacimiento arqueológico de Olympia, permanecimos allí unas 3 horas recorriendo lo que en la antigüedad fueron recintos deportivos (la palestra o el estadio), alojamientos para los invitados más distinguidos y lugares de culto (templos consagrados a Zeus y Hera). 


Como en casi todos los yacimientos arqueológicos de Grecia, el recinto incluye un museo donde se exponen parte de los objetos encontrados durante las excavaciones, aunque los más destacables se encuentran en el museo arqueológico de Atenas.

Seguimos nuestro camino recorriendo la costa oeste de la península, es una zona bastante turística con numerosas playas muy concurridas y sus típicos restaurantes y chiringuitos. Hicimos una parada breve para comer (nada memorable) y continuamos hacia el sur.

La vega en el Peloponeso

Pasamos la noche en Kalamata, para mi gusto un lugar horrible, pero si lo que quieres es playa y diversión te gustará, este es un animado pueblo de playa con numerosos restaurantes, bares y discotecas que abren hasta bien tarde, sin embargo yo estaba deseando que pasara la noche y salir hacia la península de Mani. 

       Próxima parada: En Lakonia, península de Mani.

jueves, 12 de enero de 2017

Susana Tamaro: Donde el corazón te lleve

Hace unas semanas, en esta entrada titulada Adopta una autora, te contaba que me he animado a participar en una iniciativa que pretende dar mayor visibilidad a las autoras mediante la publicación de artículos sobre la vida y obra de muchas de ellas. Como te decía, he escogido a Susana Tamaro, porque Donde el corazón te lleve permanece en mi recuerdo como un libro hermoso y de fácil lectura que suelo recomendar cuando alguien busca algo breve pero permanente. Así que aquí te dejo mi primera entrada para el proyecto Adopta una autora.

Durante mis estudios de C.O.U Donde el corazón te lleve era el libro que estaba en boca de todos, pero en aquel momento yo no tenía tiempo para el programa de lecturas de Lengua Española, bastante tenía con preparar el de Literatura y todos las demás asignaturas que me abrirían las puertas de un incierto futuro universitario.

Fue mucho tiempo después cuando este hermoso libro regresó a mi vida en forma de regalo de cumpleaños de manos de una buena amiga italiana y entonces sí pude sumergirme en su lectura para descubrir por qué Donde el corazón te lleve estaba en boca de todos.

A sus ochenta y dos años, viendo llegar el final de sus días, Olga decide poner en orden los recuerdos de su vida, lo hará mediante cartas escritas a su nieta, cartas que sin embargo no serán enviadas si no que esperarán pacientemente el regreso de su destinataria.

Donde El corazón te lleve es una despedida, la historia de una familia, un remedio contra la soledad, la oportunidad de redimir las culpas acumuladas durante toda una vida y de curar heridas, de decir las cosas que no se dijeron y quedaron vagando en un limbo de reproches.

Me gusta porque es un libro sencillo, hermoso, dulce, porque aunque sigue un hilo, en ocasiones los recuerdos van surgiendo como si se atropellaran, saltando de uno a otro. Mi primera sensación al comenzar su lectura fue de sosiego, de serenidad, al terminar la última página conservaba esa misma sensación a pesar de que la vida de Olga, como casi todas las vidas, es una vida de subidas y bajadas, alegrías y tristezas, llantos y risas.  

Un libro con muchas lecturas, un libro distinto para cada edad, del que aprender que nuestra perspectiva sobre los acontecimientos de la vida seguramente cambiará con el paso de los años. Hace tiempo lo puse en manos de mi abuela y mientras lo leía recuerdo verla asentir como si la vida de Olga tuviera algo que ver con su propia vida.

 «El error en el que siempre incurrimos es el de creer que la vida es inmutable, que una vez metidos en unos raíles hemos de recorrerlos hasta el final. En cambio, el destino tiene mucha más fantasía que nosotros. Justamente cuando crees encontrarte en una situación que no tiene escapatoria, cuando llegas al ápice de la desesperación, con la velocidad de una ráfaga de viento cambia todo, queda patas arriba, y de un momento a otro te encuentras viviendo una nueva vida.»