martes, 21 de octubre de 2014

Mi abuela

   Mi abuela que ya tiene 88 años se pregunta por qué Dios la mantiene con vida, no lo digo porque creo que es lo que debe pensar después de tanto tiempo sobre la tierra, sino porque ella misma me lo comenta cada vez que nos vemos.

    Mi abuela, que sobrevivió a un cáncer de útero en los 70, cuando rondaba los 40, fue una auténtica superviviente. Goza de una salud de hierro, doblegada en ocasiones por los atracones que se pega en los banquetes familiares, el cuerpo le dice «Leonor, por ahí no paso, que ya no tenemos edad». Pero para la edad que tiene le funciona todo que da gusto, no le han visto la cara, conozco mujeres de 50 que tienen más arrugas que ella. Hace años que se despidió de mi abuelo y tras superar el letargo en el que le sumió su luto, despertó como una niña, aprendió a nadar con 70 y se echó un noviete que la acompañaba cada día de piscina, y después de este llegaron otros, de los que también la vida (o mejor dicho la muerte) la separó, lo que yo digo, que no hay quien acabe con ella.

    Mi abuela, que a pesar de sus 88 años sigue siendo muy presumida, con esa cara y esa piel, ¡no me extraña! y trae loca a mi tía con tanta falda y tanto vestido de arriba para abajo. Verán, es que mi abuela vive en una residencia y no puede tener allí toda la ropa que le gustaría, así que tiene a mi tía llevando y trayendo ropa para que el armario esté actualizado al gusto de mi abuela.

    Sí, mi abuela vive en una residencia desde hace cuatro años, «la mejor decisión que pude tomar» dice siempre que le preguntas cómo es su vida allí, ahora que no pensaba lo mismo el día que mi padre le comentó la idea por primera vez, no cuento lo que le dijo porque es feo, feo, pero a ella le sonó a traición de la gorda, gordísima. Y sin embargo está encantada desde el día dos. Normal, se lo hacen todo, está entretenida y la tratan como a una marquesa. Igualito que cuando vivía sola en su casa los últimos años, que yo llegaba a verla cualquier día a las dos de la tarde y a pesar de que siempre fue bien presumida, me la encontraba en bata, sin peinar y preparándose para almorzar tan solo una manzana y un yogurt; pero si en la residencia ¡tiene hasta peluquería! Y su partida de bingo, esa no se la quita nadie, como el oído no le va mal del todo (a pesar de que a veces se haga la sorda), pues se ha acostumbrado a ganar, así que está encantada. Lo que si que echa en falta es una piscina, ¡cómo le gustaría que la residencia tuviera una piscina!

   Lo de los tacones fue otra guerra, ¡lo que nos costó ganarla!, ella y sus tacones eran una y no quería ni oír hablar de deshacerse de sus bonitos zapatos de tacón, pero después de dos caídas, la segunda con boca mellada incluida, conseguimos bajarla al zapato plano.

   Pero lo del bolso eso si que ha sido imposible, se pasea por la residencia con un bolso que pesará mil kilos, no sé lo que lleva dentro pero mínimo un par de ladrillos y no hay forma de que lo deje en su habitación, lo lleva a todas partes bien agarrado.

   Cada cierto tiempo le da por alguna excentricidad, a ver, tiene 88 años y muy cuerda está, pero de vez en cuando la cabecilla se la juega de alguna forma divertida. La última, la de las manzanas, cada mañana en el desayuno le ponen una manzana, a ella no le apetece y no se la come, pero suya es, así que se la lleva y cuando ve a mi padre se la da (en casa de mis padres nunca faltan manzanas), hasta hace unas semanas que dejaron de circular las manzanas y es que ha encontrado una nueva ubicación para ellas y ahora las almacena en el armario junto a sus faldas y vestidos, el problema es que no encuentra el momento para deshacerse de ellas y claro, las manzanas siguen su proceso natural…

   Mi abuela, que nació durante la dictadura de Primo de Rivera, y vio marcharse a Alfonso XIII y pasar la Segunda República, la Guerra Civil, la dictadura de Franco, vio llegar la democracia y la monarquía de Juan Carlos I y que ha visto a la democracia enfangarse y al sexto Felipe sentarse en el trono, está cansada de tanta historia y se pregunta por qué Dios aun la tiene en este mundo, y yo, entiendo que se aburre, que está cansada y que desea marcharse.




martes, 7 de octubre de 2014

Día 4 - Creta: De Agia Galini a Kato Zakros


Nos habría encantado quedarnos un par de días más explorando los alrededores de Agia Galini y la costa sur de la isla, pero nuestros planes de abarcar la mayor parte posible del país en 25 días nos empujaban a seguir hacia la parte más oriental de la isla. Este fue un viaje de picoteo, fuimos picoteando un poquito de cada lugar para intentar hacernos una idea general.

Uno de los inconvenientes de Creta son su carreteras, el cuarto día de nuestra estancia allí viajamos desde Agia Galini, más o menos en el centro de la costa sur, hasta Kato Zakros, en la costa este, recorrimos 256 km y nos llevó más de cinco horas de conducción. De cualquier forma recorrer la isla de una punta a la otra merece la pena porque la variedad en el paisaje es sorprendente.


Nuestra primera parada tras abandonar Agia Galini fueron las ruinas de Gortina (a 40 km), una de las principales ciudades de la civilización minoica y que llegó a ser capital de Creta durante la ocupación romana. Allí se encuentra la compilación de leyes de derecho civil más antigua de Europa que ha llegado a nuestros días (del siglo V a.C.). En estos textos se regulan relaciones de familia y comercio y son tan arcaicas que se leen de arriba hacia abajo y alternativamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda; este es el modo en que se ara la tierra con los bueyes y puesto que era un método familiar para ellos fue el que utilizaron para grabar sus leyes en la piedra, ¡no resulta fantástico!, a mi me pareció fascinante.

 
El recinto está abierto todos los días de 8h a 19h.

Nuestra siguiente parada fue la Iglesia de Panagía Kerá, en la población de Kritsa. Una bonita iglesia bizantina del siglo XIII con una estructura bastante original ya que consta de tres naves soportadas por muros contrafuertes. En su interior conserva frescos de los siglos XIV y XV en bastante buen estado.


Aprovechamos para comer en Kritsa y después pusimos rumbo a Kato Zakros, de camino habíamos pensado para en Agios Nikolaos, una de las ciudades más turísticas de Creta, y aunque la guía hablaba de su puertecillo pesquero como un lugar encantador, también presentaba la ciudad plagada de numerosos bares, restaurantes, terrazas, discotecas y mucha gente, y como los lugares excesivamente turísticos no nos entusiasman decidimos ir directamente hasta Kato Zakros y aprovechar para darnos un baño antes de que se pusiera el sol.

La costa este de Creta es principalmente desértica y Kato Zakros es un auténtico vergel en medio de este desierto. Es una pequeña aldea a orillas del mar con una tranquila playa de guijarros y algunas tabernas y alojamientos. Sin embargo, llegó a ser un destacado puerto comercial del Mediterráneo y una importante ciudad minoica que albergaba un palacio y de la que quedan algunos restos arqueológicos.




   Estuvimos alojados en Yiannis Retreat (www.katozakros-rooms.com), un lugar fantástico a unos cinco minutos caminando de la playa, ideal para descansar y desconectar y que nos sirvió de base para explorar este extremo de la isla. 

   

   Cenamos, las dos noches que pasamos allí, junto a la playa, en la terraza de una taberna, un pescado riquísimo acompañado por una jarra de vino blanco cretense estupendo y fresquito.


Próxima parada: En la costa oriental.