jueves, 9 de febrero de 2017

Día 20: En Lakonia: península de Mani


Dejamos Kalamata después de una noche horrible, yo deseaba dormir y descansar, todo lo contrario que el resto del pueblo, que se embarcó en una interminable noche de juerga nocturna. Así que me marché de allí encantada, pensando en no volver jamás, si algún día siento el deseo irrefrenable (que ya lo dudo) de una noche de copas y música ensordecedora hasta altas horas de la madrugada a orillas del mar, iré a Torrevieja, que me pilla mucho más cerca.

De las tres penínsulas del sur del Peloponeso, Mani es la central. Ideal para pasar uno o dos días de calma recorriendo su costa, disfrutando de sus hermosas calas de aguas cristalinas y sus pequeños pueblos de pescadores. Fue en uno de estos pueblos, que ni siquiera aparecía en el mapa, donde paramos a comer en un pequeño restaurante (apenas había tres mesas) gestionado por una pareja muy amable, que nos sirvió lo que debía ser el menú del día: una especie de pez gallo, que probablemente había salido del mar pocas horas antes y una riquísima ensalada de tomate, pepino y olivas; de postre, no podía faltar una rodaja de melón. Fue una comida fantástica, en una terraza con vistas al mar. 



 La costa de Mani está repleta de pequeñas calas de cantos rodados y aguas azul turquesa, pero también arenales de aguas poco profundas. Es un lugar hermoso y tranquilo. Afortunadamente (de momento) la masificación y el urbanismo no han acabado con la zona, aunque empiezan a verse esqueletos de algunas urbanizaciones que no tengo muy claro si están en marcha o han quedado paralizadas con la profunda crisis económica que sufre el país.


La península de Mani es rocosa y escasea la vegetación, pero en algunas zonas crecen pequeños bosquecillos de pinos donde parar a descansar a la sombra y en la zona sur sus famosas casas - torre custodian muchas de sus colinas.



Terminamos nuestra ruta por esta idílica región cenando en la terraza de uno de los numerosos restaurantes del puerto de Githio. Mi recuerdo es el de un hermoso lugar que conserva todo su encanto a pesar de la llegada del turismo.

Próxima parada: Monemvasia y Elafonisos.

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