El segundo día de nuestra estancia en Chios exploramos la parte norte de la isla. Disfrutamos del paisaje montañoso, nos refrescamos en sus bonitas playas de aguas cristalinas, comimos pescado fresco a orillas del mar, paseamos por los pequeños pueblos que habitan las laderas de sus montañas y tal vez fuimos los primeros visitantes españoles en la original iglesia bizantina de Panagia Agiogaloussaena.
Comenzamos nuestra ruta en Lagkada, uno de los pueblos más hermosos de la isla conocido por sus viejos molinos, pasamos después por Kardamila, dividida en dos asentamientos; el más antiguo (situado al pie de la montaña), de callejones estrechos y casas de piedra, se distingue del moderno y llamado Marmaro, (ubicado en la costa) donde se levantan formidables mansiones y después nos dirigimos a Nagos, por donde también merece la pasar.
Paramos a bañarnos en la playa de Gissonas, una playa fantástica (de guijarros, eso sí). Una vez dentro del agua en seguida hay cierta profundidad, pero el agua es tan cristalina que se ven perfectamente los peces del fondo. Mientras disfrutamos del agradable baño charlamos con una señora que nos contó como la isla durante mucho tiempo fue residencia habitual de marinos y armadores, ella misma era esposa de un capitán de la marina mercante.
Continuamos la ruta por la carretera que bordea la montaña y en sus laderas encontramos los pueblos de Keramos, Egrigorios, Kourounia y Neninturia.
Comimos cerca de Agiasmata, en la taberna de una playa solitaria.
De regreso paramos en Agios Galas para descubrir uno de los secretos que guarda la isla: la pequeña iglesia bizantina de Panagia Agiogaloussaena, que fue construida a la entrada de una cueva y que esconde un antiguo pero bien conservado, iconostasio de madera tallada, fantástico. El hombre anciano que nos mostró la iglesia nos aseguró que en los registros de visitantes no había ningún otro español, así que al parecer fuimos los primeros en caer por allí.
Próxima parada: En el sur de Chios.
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