miércoles, 3 de diciembre de 2014

El reto de los 30 libros

   Durante el mes de noviembre, Mónica Basterrechea invitó desde su blog mobas.es a participar en el quinto reto de los 30 libros, una forma de intercambiar recomendaciones literarias partiendo de una propuesta diaria que ella plantaba en su blog cada mañana.

   Aquí dejo mi selección y si pinchas sobre el título diario podrás ver las sugerencias que hicieron los demás participantes en los comentarios de cada entrada.

De viaje en este momento con una recomendación de @unlibroaldiaLa insoportable levedad del ser, de Milan Kundera.


   Para el día 2: Polo Sur, de Roald Amundsen. ¡Toda una aventura, la conquista del Polo Sur!



   Zapatos italianos, de Henning Mankell fue el primer libro que me regaló una buena amiga después de una fuerte discusión. Siempre habíamos intercambiado libros, así que este significó para mi algo así como la pipa de la paz.

   Yo soy muy de segundas oportunidades, pero he encontrado a una escritora con la que seguro no vuelvo a caer. Me regalaron La Canción de Dorotea, de Rosa Regàs, vaya tomadura de pelo, estira el libro durante 100 páginas más para llegar a un final espantoso, me revienta que me hagan perder el tiempo. Así que ni uno más.


   Una edición espantosa de Jane Eyrede Charlotte Brönte para Kindle. Traducir «embarrassed» como «embarazada» ya me pareció el colmo, no pude seguir. La edición en libro electrónico está fenomenal para salir a la calle, así que mi edición tipo ladrillo de Jane Ayre tuve que dejarla para las tardes de lectura en el sofá de casa.


   Me habría encantado viajar con J.Steinbeck y R. Capa en Diario de Rusia.


   El más cortito de este año ha sido El robo del elefante blanco, de Mark Twain. Me gustó mucho. La faceta disparatada de Mark Twain me gusta mucho.


   Los Buddenbrook, de Thomas Mann, fue además el primero del año.


   Este año he descubierto a Thomas Mann, pero como ya lo utilicé ayer, para hoy me quedo con Patrick Dennis y su Tía Mame que es todo un personaje.


   Un breve relato de Dylan Thomas, La Navidad para un niño en Gales, algunas de sus escenas me trasladan directamente a la Navidad de mi infancia.


   Elegir un sólo libro para esta categoría me parece casi misión imposible, le tengo enorme cariño a Mobi Dick «Llamadme Ismael…», La vida es sueño «Ay, mísero de mi…» Palabras para Julia «Tú no puedes volver atrás…», la primera página de Don Quijote de La Mancha que memoricé porque durante algún tiempo decoró la caja de cereales de mi desayuno; por supuesto en esta categoría también La canción del pirata, de la que mi profesora de cuarto EGB no nos liberó hasta que conseguimos recitarla «como Dios manda» . Pero creo que me quedaré con Las desventuras del joven Werther, de Goethe, que fue libro de cabecera durante mi adolescencia, y cuyos fragmentos memorizaba como si su desdicha fuera en parte la mía, en fin, la adolescencia, esa etapa tan, tan…

   Mi personaje de ficción favorito es sin ninguna duda Ignatius J. Reilly, es realmente desagradable y da mucha grima, pero me parece fantástico y desde luego se ha ganado el derecho a existir, así que, ¡hágase la vida para Ignatius J. Reilly! personaje protagonista de La conjura de los necios.


   Para hoy, yo os propongo​ El largo viaje, de Jorge Semprún, aunque es una novela, está basada en su experiencia personal.


   Un libro que no entendí fue La subasta del lote 49, de Thomas Pynchon. Bueno, lo cierto es que ni siquiera lo terminé, como no entendía nada y me estaba haciendo un lío tremendo lo dejé a la mitad. Tendré que darle una segunda oportunidad, como a Pedro Páramo, que lo leí en el colegio y tampoco me quedo claro del todo y hace tiempo que pienso que lo tengo que coger de nuevo.

   El primer libro de adultos que leí siendo niña fue Viento del este, viento del oeste, de Pearl S. Buck, me lo regaló mi madre y me gustó muchísimo.


   Pues yo tengo cuatro en la pila:
   – Baltasar, de Slawomir Mrozek.
   – Rayuela, de Cortázar.
   – María Estuardo, de Stefan Zweig.
   – El cielo de Lima, de Juan Gómez Bárcena (que recomendaste hace unos días).
   Y tendré que elegir en breve, pero aun no me he decidido. (Al final me decidí por El cielo de Lima, un libro muy bonito).


   El siguiente libro que compraré es Los Baroja, de Julio Caro Baroja. Me gustan mucho los libros de memorias, biografías, historia.

   Soy bastante firme en mis convicciones, pero podría decir que El forastero misterioso, de Mark Twain me ayudó a relajar un poco mi desmesurada tendencia a enjuiciarlo todo, no es que cambiara del todo mi idea sobre los juicios de valor, pero me sirvió para moderarla.


Día 19. Uno rojo.
   Para mi un libro rojo es Moby Dick, rojo porque la edición que tengo tiene las tapas rojas, rojo de la sangre derramada en las cacerías de ballenas, rojo de la locura obsesiva del Capitán Ahab, rojo de la tensión antes de enfrentarse al leviatán.

Día 20. Uno naranja.
   ¡A mi me gusta mucho el naranja! Naranja es mi libro de portugués, porque me gusta mucho el idioma y me encanta el “cor de laranja”.


   El libro que yo heredé es El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, una edición en dos tomos que también tiene su pequeña historia. Yo no había leído el libro y un día que ponían la película en la televisión, empecé a verla, pero la tele se estropeó o hubo un apagón o me mandaron a la cama, no recuerdo bien, pero tuve que dejarla casi al principio con el consiguiente cabreo de pre – adolescente. Aquel día mis abuelos estaban de visita en casa (vivían en Sevilla y yo en Madrid). Poco después falleció mi abuelo y mi abuela con mucha emoción puso entre mis manos un libro que había pertenecido a mi abuelo, El Conde de Montecristo, ¡qué ilusión! Empecé a leerlo y cuando llegué al final me di cuenta de que el libro estaba incompleto, había un segundo tomo por el que pregunté a mi abuela, pero ella no sabía nada de aquel segundo tomo. Años después cuando falleció mi abuela y mi madre viajo a Sevilla para desmontar la casa, volvió con un libro para mí, el segundo tomo de El Conde de Montecristo. Así que, en parte, se puede decir que heredé el primer tomo de mi abuelo y el segundo de mi abuela.


   A mi me pasa con Paul Auster, leí La noche del oráculo y algún tiempo después empecé a leer otro de sus libros (ahora no recuerdo el título), pero me dio la sensación de que se parecía demasiado al primero, así que lo dejé y no he vuelto a leer Paul Auster.


   Una novela con una banda sonora fantástica es Alta Fidelidad, de Nick Hornby, que fue llevada al cine y protagonizada por John Cusack.


   En esta categoría sí que me has pillado porque todos los libros que hay en mi casa son míos, devuelvo todo los que me dejan porque me pone de un mal humor terrible que no me los devuelvan a mi, por eso hace tiempo que no dejo libros, soy un poco radical, lo sé.

Día 25. Uno verde.
   Un libro verde no sólo porque la portada de mi edición es verde, sino porque está lleno de esperanza es El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl.


Día 26. Uno amarillo.
Si pienso en un libro amarillo, pienso en La carretera, de Cormac McCarthy, no se porqué, pero así es.


   Hoy no puede ser otro que 24 horas en la vida de una mujer, de mi querido y admirado Stefan Zweig. Me habría encantado conocerle, pero el 22 de febrero de 1942 se quitaba la vida y más de treinta años después, un 22 de febrero, nacía yo. No es mi libro preferido del autor, pero el título y el día encajan a la perfección.


   La verdad es que yo leo pocos escritores actuales, así que he tenido que darle varias vueltas a la categoría, pero ya lo tengo: el escritor que me gustaría conocer es Bill Watterson, creador de las tiras cómicas de Calvin y Hobbes, de las que soy muy fan y tengo todos los libros.


   Para hoy un pequeño librito de poesía: Tokyo, Barcelona, Albalate, de Sergio Grao. Conozco al autor porque es un buen amigo mío.


Día 30. Uno azul.
   Mi libro azul es El peor viaje del Mundo, de Apsley Cherry – Garrard. Azul intenso del océano Antártico, de las sombras en el hielo, del cielo y el frío polar. Es un libro fascinante, todo el mundo conoce la aventura final del Capitán Scott y sus cuatro compañeros, pero pocos saben que en aquella expedición, participaron muchos otros hombres que vivieron tres años de calamidades y estuvieron también al borde de la muerte, Apsley Cherry – Garrard fue uno de ellos «la exploración polar es la forma más cruel y solitaria de pasarlo mal». 
  Soy una entusiasta de la conquista del Polo Sur y este libro es una mezcla de libro científico, histórico, de aventuras, drama y suspense. De las tres expediciones a la Antártida que he leído: la victoria de Amundsen, el milagro de Shackleton, y la catástrofe de Scott, esta última es la historia más azul.



   Anímate a pasar por el blog de mi tocaya Mónica (mobas.es) y encontrarás muchas otras recomendaciones.

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