Es tradición desde mi más tierna
infancia encontrar cada 6 de enero algún libro junto a mis zapatos; El último imperio. Los días finales de la
Unión Soviética, de Serhii Plokhy los escoltaba este año.
Por algún motivo que desconozco,
siento curiosidad por el gran imperio ruso, sus gentes, sus costumbres, sus
artistas, ¿sería Tchaikovsky, Chagall, Chejov? ¿Quién de ellos fomentó mi
enorme curiosidad por la historia y cultura de un imperio extenso y lejano? Ya sé,
tal vez fue un doctor de nombre Zhivago. Ahora con la globalización, todo
parece quedar aquí al lado, pero durante mi infancia, Rusia era el exótico
lugar de nacimiento del fabuloso Tchaikovsky, que desde niña me hipnotiza con
sus melodías.
Hace un par de inviernos disfruté con
gran intensidad de las memorias de Iliá Ehrenburg, que abarcan la primera mitad
del s.xx, el final del Imperio de los zares, la Revolución Bolchevique, las dos
guerras mundiales, el inicio y parte del desarrollo de la Guerra Fría, para mi
gusto, un libro excepcional que reúne muchos de los grandes temas que estudié
en los libros de texto de historia, arte
y literatura durante mi etapa escolar.
El
último imperio, como
indica su título, describe los días
finales de la Unión Soviética y a diferencia de las memorias de Iliá Ehrenburg,
gran parte de las escenas de este libro encuentran su imagen correspondiente en
mi memoria, imágenes difusas que por algún extraño motivo recuerdo en blanco y
negro (mi caprichosa memoria ha desechado los colores de esos recuerdos). Yo
sólo tenía 12 años, ninguna curiosidad por la política y escaso interés por la
historia del mundo contemporáneo, me interesaban Tchaikovsky, los libros, las
muñecas, y el fútbol (sí, era una rareza de la época). Recuerdo a un hombre sobre
un tanque dirigiéndose a una multitud en una plaza, algunas entrevistas a otro
hombre de escaso pelo y extraña cicatriz en la cabeza, al presidente de los
Estados Unidos hablando de arsenales nucleares y Guerra Fría, sin tener yo, muy
claro, qué significaba y habiendo descubierto poco tiempo antes, que un muro
había separado a los alemanes durante muchos años, un muro, uno más, uno de
tantos.
Algo de todo esto había estudiado por
encima deprisa y corriendo en el colegio, había que terminar los temarios
aunque fuera simplemente nombrándolos, una o dos páginas dedicadas a la Perestroika y la desintegración de la Unión Soviética,
por lo que tenía una nube de datos confusos en mi cabeza.
Serghii Plokhy ha aportado claridad a
esa nube de datos y recuerdos. El último
imperio. Los días finales de la Unión Soviética es un interesante libro
donde los datos son suministrados cuidadosamente y sin exceso, sencillo y
claro, no aporta infinidad de cifras, fechas o nombres, se centra en los
principales protagonistas de los hechos, M. Gorbachov, B. Yeltsin, G.H.W. Bush
y L. Kravchuk, aunque desfilan por sus páginas los nombres de otros personajes que
de alguna forma también participaron en el desarrollo de los acontecimientos. Las
fuentes son numerosas y de primer orden e incluye testimonios de sus
protagonistas, todo ello para explicar de forma cronológica como estos hombres consiguieron
llevar a cabo la desintegración del último
gran imperio de forma pacífica y en apenas unos meses. Un proceso que debía
desarrollarse con la mayor delicadeza dado el alto riesgo que suponía la
existencia del arsenal nuclear soviético en caso de producirse una conflicto
armado en la Unión. Para mi resulta sorprendente descubrir la capacidad que demostraron
los protagonistas de este capítulo de la historia, para conseguir
que la URSS no siguiera los pasos de Yugoslavia. Me queda la duda de por qué
esta vez fue posible y en tantas otras ocasiones no.
Pero aun me surge otra duda: hasta qué
punto es objetiva esta narración. Donde terminan los hechos y empieza la
interpretación he de confiar en el narrador y sus críticos, puesto que yo lo
desconozco todo sobre este tema.
Sin embargo hay un párrafo que me
desconcierta enormemente: «Afganistán se convirtió en tierra de nadie, un país dominado
por caudillos militares: fueron los talibanes quienes acabaron salvándolo del
caos y la violencia diaria. La paz impuesta por los fanáticos religiosos llevó,
sin embargo, la destrucción a otros países, pues Osama bin Laden halló cobijo
en el antiguo cementerio del ejército soviético». En mi opinión,
esta afirmación es una auténtica barbaridad, tal vez los talibanes dieron a
Afganistán cierta estabilidad política y militar, pero decir que salvaron al país
del caos y la violencia diaria, imponiendo la paz, es absolutamente descabellado,
cualquiera que lea esto y no escuchará los telediarios de la época, no será capaz
de imaginar la barbarie que supuso para la población civil, (en especial para
mujeres y niños) la llegada de los talibanes al poder en Afganistán. El primer
país objeto de destrucción como consecuencia de la llegada de los talibanes fue
el propio Afganistán, Occidente sólo pagaría las consecuencias de mirar hacia
otro lado durante años.
Y
es este párrafo el que me permite mantener un velo de sospecha sobre la
narración de la historia. Pero aquí, que cada uno saque sus propias
conclusiones, por lo que te invito a leer el libro y disfrutarlo tanto como lo
he disfrutado
yo.
El
último imperio. Los días finales de la Unión Soviética. Serhii Plokhy. Turner, colección Noema, 2015. 520 páginas. 34,90 euros.
Premio Lionel Gelber 2015
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