Una de las paradas más interesantes del
viaje fue la visita a la antigua ciudad
de Delphos, ubicada en la ladera
sur del Monte Parnaso.
Si vas en verano es recomendable llegar temprano, ya que a las
once de la mañana empieza a hacer demasiado calor y hay mucho por ver, lo mejor es dejar el museo para el final, cuando el calor se hace intenso. Es
importante no olvidar llevar algo de agua, aunque en la entrada hay máquinas
expendedoras, algo común en todos los monumentos griegos, también me llamó
mucho la atención que una botella de medio litro costaba cincuenta céntimos en todo el
país, ya fuera en una población poco habitada de alguna isla, en medio de los montes Pindos o en frente de la Acrópolis de Atenas. Además viene muy bien
llevar un gorro para protegerse del sol.
La visita se divide en tres partes:
En la parte alta de la ladera se encuentra
el santuario de Apolo (I), que incluye varias edificaciones como el teatro, el tesoro,
el estadio y el templo de Apolo.
En la parte media, a la altura de la
carretera y zona de aparcamiento, está el museo arqueológico (II), donde se exponen
los tesoros hallados durante las excavaciones.
Por debajo de la carretera queda el famosísimo
Santuario de Atenea (III), donde no pudimos evitar hacer la típica fotografía del
templo circular que aparece en todos los libros de historia.
En el verano de 2012 la entrada costaba 9€
e incluía las tres zonas.
A medio día salimos hacia la península del
Peloponeso, fuimos haciendo paradas a lo largo del trayecto, pequeños pueblos
pesqueros se extienden a lo largo de toda la costa.
Pasamos la noche en las afueras de Kalamata,
pensando en salir a primera hora de la mañana hacia nuestra siguiente parada:
Olympia.
Próxima parada: En el Peloponeso, visita a Olympia.
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