martes, 25 de noviembre de 2014

Descubriendo a Ryszard Kapuściński

   Descubrí a Ryszard Kapuściński poco después de su muerte, yo andaba buscando un libro para regalar a Mr. Feynman por el Día del libro, buscaba un libro que tuviera algo especial, no servía un libro cualquiera. Por supuesto él no podía conocerlo, tenía que ser algo sorprendente, en una ocasión me dijo que jamás dejaba de sorprenderle y yo quería que aquella sensación durase para siempre.

   Sin tener claro qué era lo que buscaba entré en la tienda de los libros y rebusqué un poco, recordé que hacía unos meses había leído en un periódico una esquela que homenajeaba a un escritor polaco que en aquel momento me resultó interesante, pero del que no tomé datos, así que me dirigí a uno de los dependientes de la tienda y pregunté: «Disculpe, ¿un escritor polaco que ha fallecido recientemente?» con cara de «lo siento, pero no tengo más datos» y para mi sorpresa y alegría solo tardó unos segundos en afirmar: «Sí, Ryszard Kapuściński», (¡un hurra por los trabajadores formados y eficientes!), me indicó la sección y me embarqué en la gran aventura de descubrir a Ryszard Kapuściński.

   Allí estaban sus libros: Ébano, Un día más con vida, El Sha, El mundo de hoy, La jungla polaca y otros tantos, pero el que llamó mi atención aquél día fue Viajes con Heródoto. Un libro de viajes, historia, antropología y un escritor Polaco (no me pregunten por qué pero desde pequeña siento una extraña curiosidad por Polonia y Rusia), y además un misterioso hombre de la antigüedad.

   Viajes con Heródoto fue el libro que regalé a Mr. Feynman aquel 23 de abril de 2007 y el primero de R. Kapuściński que leí, lo hice con absoluto entusiasmo, disfrutando enormemente de cada uno de sus relatos, de su frescura, de su ritmo, pero lo mejor de aquel libro no solo fue descubrir a R.Kapuscinski sino que él, a su vez, me presentó a Heródoto. Años de clases de historia en el colegio y ni uno de mis profesores fue capaz de nombrar al padre de la historia (y sé que no lo hicieron porque yo recordaría algo así). Lo que me llevó a 9 libros más, libros que llevan a libros, ¡fenomenal!

   Después de Viajes con Heródoto, me hice con El mundo de hoy, seducida por el posible guiño que en el título, R.Kapuscinski hacía al gran Stefan Zweig. Abrí la primera página y comencé a leer: «Aquel día histórico de 1934 yo estaba en Viena…», ¡qué alegría, qué alegría! No solo era un guiño a mi querido Sr. Zwieg, se trataba de un pequeño homenaje que Agata Orzeszek (la traductora de R. Kapuściński) hacía poniendo en conexión a ambos escritores. Leí El mundo de hoy con la misma gran pasión que El mundo de ayer y desde aquel momento mi escritor favorito de la primera mitad del siglo XX quedó unido al que sin duda alguna se había convertido en mi escritor favorito de la segunda mitad del siglo XX, un siglo en dos escritores fantásticos conectados por un prologo.

   Escritores como R. Kapuściński (o Stefan Zweig) son los que me hacen amar los libros, porque con ellos leer va mas allá del mero entretenimiento, es aprender, descubrir, reflexionar, mantener el entusiasmo por saber más hasta la última palabra del libro y pensar cuál habría sido la siguiente.  

   Nadie mejor que el propio R. Kapuściński para definir su oficio:

   «No hago diferencia entre periodista, escritor y reportero. En mi caso las tres cosas se funden en una sola» (Zbigniewa Nowodworska, «Charla con un escritor», Megaron, nº5, 1994).

   «Para definir mi oficio, el calificativo que más me gusta es el de traductor. Pero no de una lengua a otra, sino de una cultura a otra. Ya en 1912, Bronisław Malinowski advirtió que el de las culturas no es un mundo jerarquizado (una auténtica blasfemia a los ojos de todo eurocéntrico), que no existe cosa tal como una cultura superior y otra inferior, que todas, aunque diferentes, están en pie de igualdad. Sus conclusiones cobran fuerza hoy en día, en este mundo nuestro tan polifacético y diversificado, cuyas culturas se penetran y entrelazan cada vez más. El reto consiste en lograr que sus relaciones no se fundamenten en principios de dependencia y subordinación, sino de entendimiento mutuo y de diálogo entre iguales. Sólo entonces daremos una oportunidad a que la buena fe y la voluntad de comprender al otro triunfen sobre los odios y conflictos que sacuden a la familia humana. En mi diminuto, microscopio, campo de trabajo de reportero, me gustaría aportar un granito de arena a ese triunfo. Por eso escribo». («Planeta Tierra», Congreso del Penclub polaco, 06/1999).

   Si no conoces a R. Kapuściński te invito a descubrirlo, cualquiera de sus libros es una garantía y un valor seguro de entretenimiento, reflexión y aprendizaje.


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