miércoles, 4 de enero de 2017

Segundas oportunidades: Las uvas de la ira

Uno de los motivos por los que abandoné esta novela hace 20 años es su enorme afán descriptivo, tras sólo 13 páginas estaba tan harta del polvo que desistí sin ningún remordimiento y condené al olvido a J. Steinbeck con la etiqueta de auténtico pelmazo.

Afortunadamente mi senda de lectora fue dirigiendo mis pasos de forma sutil hasta dar de nuevo con esta novela, me ofreció otros libros que me permitieron acercarme a J. Steinbeck desde otra perspectiva, Diario de Rusia y Viajes con Charlie (y la insistencia de Mr. Feynman) me animaron a intentarlo con De ratones y hombres y tras superar la prueba de la novela corta decidí dar una nueva oportunidad a la gran novela, al fin y al cabo había tenido muy poca paciencia aquella primera vez, puede que hubiera desistido demasiado rápido.

He de reconocer que en cuanto apareció de nuevo el polvo surgió el miedo a un nuevo rechazo, pero no permití que me intimidara y una vez superada la prueba he de confesar que ese afán descriptivo que me hizo huir en aquella primera ocasión es el mismo que  me ha fascinado tantos años después, me resulta asombroso pero si cierro los ojos soy capaz de imaginar con toda clase de detalles cualquier escenario de la novela y no solo los escenarios si no también los sentimientos e inquietudes de cada personaje, es fascinante la capacidad de J. Steinbeck para retratar las consecuencias de la gran crisis de los años 30 en el oeste de los Estados Unidos, como la ambición y el egoísmo de unos pocos, respaldados por el progreso y el poder, destrozó las vidas y esperanzas de una multitud hasta llevarles a límites inhumanos; miles de personas desplazándose en busca de una vida digna, trabajando en condiciones de casi esclavitud, que al tratar de organizarse para lograr salir adelante, son duramente acosados por esos poderosos sin escrúpulos y sus perros de presa. Qué triste que en la actualidad, mucho de todo esto me resulte familiar. 



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