A modo de presentación:
Susanna
Tamaro es humilde y silenciosa, sedentaria por naturaleza y profundamente
reflexiva.
Yo diría que
algo introvertida y desde luego reservada, ama el otoño y teme los petardos,
los gritos, el estrépito y el hecho de “tener” que divertirse a toda costa, es
por ello que no celebra la Noche de San
Silvestre.
Detesta el triunfalismo, la demagogia y las cortinas de humo. El que no
la conoce tiende a considerarla cerrada, neurótica, de malas pulgas. Pero de
sus libros se desprende que sus amigos la aprecian y que ella valora
enormemente la amistad.
Vive en una granja en el campo, rodeada de animales.
Empezamos:
¿Hace más de veinte años abandonó la
ciudad para mudarse al campo, qué le impulso a llevar a cabo ese cambio?
El cuerpo fue el que me obligó a dar
aquel gran paso: una bronquitis asmática me estaba impidiendo respirar,
necesitaba aire puro.
¿No le preocupaba sentirse sola?
La soledad es el medio más
extraordinario para entrar en intimidad con nosotros mismos.
De cualquier forma no vivo sola, es
cierto que no tengo una familia al
estilo convencional, aunque tengo un sentido de la familia muy grande, es algo
profundamente innato en mi persona, pero en cierto momento comprendí que no
deseaba hijos ni una familia tradicional. No obstante, en casa vivimos siete
personas y hemos llegado a ser hasta 12, me gusta tener gente alrededor.
Mi primera entrada sobre usted es una
pequeña reseña sobre su libro Donde el
corazón te lleve, fue un éxito de ventas, el libro que le dio la fama, sin
embargo para usted parece ser un lastre que le encasilló en un tipo de
literatura sentimentalista.
En las entrevistas he repetido, hasta
dormirme yo misma de aburrimiento, que el “corazón” del título no es el que
palpita por una cita o por una mirada, sino la totalidad más profunda del
hombre, la imagen del sitio físico en que la razón y emoción se enlaza
armoniosamente y se funden en algo más grande.
Lo he dicho y reiterado, pero ha
servido de poco o nada: he seguido siendo la experta en intrigas sentimentales.
¡Y pensar que no hay un solo asunto que yo sienta tan sideralmente lejano!
Fue duramente criticada por su
colaboración en la revista Famiglia
Cristiana. ¿Cómo surgió aquella colaboración, cómo fue la experiencia, le
afectaron aquellas críticas?
Cuando Famiglia Cristiana me planteó su oferta yo ya había rechazado algunas propuestas de otras publicaciones en
las que me ofrecían comentar los grandes temas de actualidad. Lamentablemente, no
siento inclinación por ese tipo de reflexión, soy lenta al enfocar bien las
cosas y aún más lenta e indecisa en extraer de ellas cualquier conclusión.
En la oferta de Famiglia Cristiana
había algo diferente, más adecuado a mi persona, me pedían que expusiese una
especie de diario epistolar, en el que podría hablar con gran libertad. Después
de largos titubeos acepte la oferta.
Durante los primeros meses
experimentaba una terrible ansiedad que poco a poco fue desapareciendo. Al
principio fue verdaderamente difícil, para llevar a su término cada carta –
entre incertidumbres, dudas, miedos de no conseguirlo – empleaba dos o tres
días. Después poco a poco todo se volvió más fácil y la nota semanal, se
convirtió en un pequeño oasis feliz.
No tiene ni idea de cuantas veces, a
lo largo de esos meses, oí que me repetían monótonamente esta clase de frases:
“me da vergüenza”, “jamás me ensuciaría las manos”, “te has vendido a la
Democracia Cristiana”, y así siempre: una retahíla de frases reiterativas y
previsibles cuyo único factor unificador era el disgusto y repulsión por la
revista y por mi elección al colaborar con ella.
El juicio se ha convertido en un deporte
popular. Toda persona que tiene la posibilidad de expresarse públicamente se
considera de manera automática legitimada para imponer su verdad a los demás
condenando sin posibilidad de apelación todo aquello que no sea conforme a
dicha verdad. Nos erigimos en jueces,
convencidos que de tal manera manifestamos una superioridad de inteligencia y
comprensión; en cambio, cuando juzgamos, hacemos exactamente lo contrario: el
juicio es una jaula, una estrecha prisión en la que languidecen además de la libertad
de ser, la comprensión y la inteligencia. Frecuentemente esconde sólo prejuicio
y condena.
De cualquier forma aquellas críticas
no fueron más que uno de los efectos secundarios de la notoriedad.
La notoriedad ¿le ha traído algo
positivo?
Por su puesto, por ejemplo, a lo largo
de estos años he recibido muchísimas cartas extraordinarias por su humanidad,
intensidad y profundidad. Son cartas que me dan también una gran felicidad en
tanto que manifiestan la presencia, en nuestro país, de personas adultas y
maduras que tienen la valentía de interrogarse a sí mismas y poner nuevamente
las cosas en tela de juicio.
¿Qué busca en sus libros?:
En mis libros hay siempre una búsqueda
sobre el fundamento de los sentimientos, sobre aquello que da sentido, arraigo
y riqueza a una vida.
Escribir es una actividad
estrechamente relacionada con la evolución de un autor. Los libros no deberían
ser género pre-confeccionado.
A menudo recibo cartas de personas que
quieren convertirse en escritores – o sienten serlo – y solicitan consejos para
ascender más rápidamente los peldaños de esta carrera. Entendida así, la escritura se parece a un
trampolín para saltar hacia la visibilidad social, y, por lo tanto, se vuelve
inútil para sí misma. En cambio, yo estoy convencida de que la escritura no
sirve para hacerse ver si no para ver. Escribir es uno de los sistemas más
simples y más profundos para aclarar el interior de uno mismo y para dejar un
recuerdo de nuestras existencias.
Para relatar cualquier cosa hace falta
una mirada, y la mirada pertenece a una persona. La mayor parte de las veces,
aquello que se ha de relatar está muy cerca de nosotros, y, para ser relatado,
requiere una gran simplicidad.
Lo importante es no volverse rígidos,
no juzgar, no decidir a priori, sino mantenernos relajados y ligeros como un
niño que juega.
Manifiesta
cierto pesimismo respecto del mundo y la sociedad actual, cree que estamos
abocados al desastre.
El
periodo de las ideologías y de los grandes sueños utópicos ha terminado. En su
lugar se ha formado un vacío, y este vacío da miedo. No
existe ya la idea de la “construcción”, el concepto de que, construyendo, uno
se construye a sí mismo. “Quiero lo máximo, lo quiero enseguida, lo quiero sin
esfuerzo” parece ser
la consigna de la sociedad actual.
Se
ha implantado el Totalitarismo del ego: Todo aquello que me hace feliz es
lícito, lo demás no me interesa. Y en este totalitarismo del ego se insertan
las señales visibles de la degradación del corazón: la intolerancia, el
racismo, la ausencia de compasión, de coparticipación, la incapacidad de
escuchar.
Afortunadamente,
algo está empezando a cambiar: cada vez mayor número de personas son
conscientes de que la lucha por una calidad de vida mejor no es un lujo
secundario, sino un derecho a vivir civilizadamente y una riqueza para dejar en
herencia a quien nos siga.
¿A
qué se dedica cuando no escribe?
Mi
ocupación predilecta es la horticultura, cultivo un huerto a escasos metros de
mi cocina, además siento pasión por las plantas medicinales.
Me
interesa mucho la cultura oriental, desde hace años practico artes marciales, yoga
y meditación.
Me
gusta comenzar el día dando un paseo y correr al anochecer, es una forma de
meditación, en estos tiempos tan confusos y
contradictorios hay una gran necesidad de acercarse a la parte más verdadera y
profunda de uno mismo.
Soy
aficionada a la entomología y la ornitología. En mí pasión naturalista hay
pocas cosas que me hayan fascinado tanto como la emigración de las aves.
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No tenía muy
claro cómo enfocar esta nueva entrada sobre Susanna Tamaro para la iniciativa Adopta una autora. Cualquiera que busque
datos objetivos sobre casi cualquier cosa o personaje con algo de proyección
pública puede encontrarlos fácilmente entrando en Wikipedia.
Pero yo
quería ir más allá de los simples datos objetivos: lugar y fecha de nacimiento,
biografía, bibliografía, premios, si te interesan puedes encontrarlos como ya
te he dicho en el siguiente enlace a Wikipedia.
Dando vueltas
a este tema me surgió la idea de plantear mi presentación de la autora en
formato de entrevista. Tendría que ser una entrevista
ficticia puesto que acceder a ella habría sido maravilloso pero demasiado
complicado. Tras darle muchas vueltas me decidí por esta opción, de esta forma
ha sido la misma Susanna Tamaro quien se ha descubierto ante nosotros, sus
reflexiones son las que han dado pie a mis preguntas.
Sí, esta es una pequeña entrevista ficticia
para la que he utilizado como fuente su recopilación de cartas para la revista
Famiglia Cristiana. Una colaboración por la que fue duramente criticada. Yo
misma tuve que vencer ciertos prejuicios cuando me planteé su lectura, pero fue
una suerte dejarlos de lado porque Querida Mathilda es un libro interesante en
el que la autora plantea, en formato epistolar, sus opiniones, sensaciones y
sentimientos al respecto de numerosos temas: la infancia, la sociedad actual,
el matrimonio, la educación, el dinero y el poder, la escritura…
En mi opinión, durante la mayor parte
del libro deja a un lado sus creencias religiosas sin pretender aleccionar
desde esa perspectiva, lo que para mí resulta muy grato e incluso llegan a
sorprenderme algunos de sus puntos de vista.
La parte final si contiene cierta
reflexión con cuya perspectiva no estoy muy de acuerdo. Pero si quieres saber a
qué me refiero tendrás que leer el libro y sacar tus propias conclusiones, no
seré yo quien juzgue a Susanna Tamaro.
Querida
Mathilda. Susanna
Tamaro. Seix Barral. Barcelona, 2001.
192 páginas. 9,61 euros.